"¿Qué hora tienes?", pregunté para entablar conversación.
"Son cuarto para las dos", y cuando escuché su voz aseguré que existe Dios.
"Pantorrillas de marfil", gritó en la esquina un albañil,
yo volteé para hacer frente al atrevido constructor, aunque admiré su observación.
"¿Te ayudo con los libros?" y a quemarropa dijiste: "no".
"¿Puedo acompañarte?" y sin voltear otra vez, "no".
Y ante la ausencia de un buen comentario, te dije que me gustabas para nuera de mamá.
No hay más vuelta de hoja, aquí empieza una historia, te guste o no .
martes, 31 de marzo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario