Una historia que contarte… si, esto son cosas de la vida, son cosas de la vida …
Cuantas veces me he caído a lo largo de esta vida
y he aprendido a levantarme de esa eterna caída
que las penas no se olvidan ni con porros ni bebidas
game over, puedes jugar bien y perder la partida
por arriesgarte ni te imaginas los colegas que llegan a traicionarte
cuantas preguntas mas solo debes solucionarte
cuantas penas llegaran a ahogarte
cuantas bellas damas consiguieron conquistarte
cuando algo no sea justo no puedes guardar silencio
tu sabes que algo falta para llenar el vacío
debes seguir bien firme en línea recta ese camino
jamás debes hundirte, lucha y sigue pero erguido
cuando todo salga mal espérate no corre prisa
siempre al mirar tu foto se me nublaba la vista
pesimista he sido siempre y creo que seguiré siendo
porque todo me da igual y en recuerdos te sigo viendo
no fue buena tu intención no pude olvidar tu traición
porque murió, se rompió y dejo de latir mi corazón
me encerraste en tu prisión sin previa justificación
por que te fuiste me pregunto sin darme una explicación
gracias a ello me convertí en un niñato desconfiado
porque la vida da palos solo debes aceptarlo
si en mis ojos solo queda ya odio y un puro rencor
porque no sabes el dolor que se siente al perderlo todo
me encerré en la habitación y en un rincón me puse a llorar
¡dime de que coño sirves si tu ya no estas!
quiero borrar de mi mente todos los momentos malos
quiero seguir siendo fuerte aquel niño desconsolado
pero aun te veo reflejada en aquel oscuro cristal
recordando aquellos días juntos en ese portal
en el que rozaba tus labios ese tiempo era genial
recuerdo que quería estar junto a ti hasta el final
Son cosas de la vida son cosas de tu historia
cosas del día a día hay penas pero también glorias
días en los que vuelas días que te caes en fosas
en el jardín plantado hay mala hierba y también rosas
Porque son cosas de la vida son cosas de tu historia
cosas del día a día hay penas pero también gloria
días en los que vuelas días que te caes en fosas
en el jardín plantado hay mala hierba y también rosas
Un día más todo se nubla y ya no hay ganas de vivir
ya no hay nada por lo que seguir, no hay nada que haga sonreír
y es que al final uno acaba hasta conviviendo con sus penas
uno acaba solo con ganas de cortarse las venas
porque amigos porque fracasar ya es por norma
yo confíe en vosotros y la amistad se deforma fácilmente
y frágilmente se escapo de todo
entre frase y frases caja y bombo, yo salí del lodo
y es que todos ciegamente miráis por vuestro propio bien
pues amigos verdaderos solo uno de cada cien
se que solo puedo confiar en el bolígrafo y papel
porque al contarles mi vida no me siento como un imbécil
los narro uno a uno mis secretos mas profundos
pues ni se reirán de mi ni se enterara todo el mundo
me han fallado tantas veces que ya perdí la cuenta
y no recuerdo la verdad quizás unas 30 o 40
y es que mas de la mitad bajo una mascara se enmascaran
les mueve el interés la codicia nada ganan
perderán mas amistades de las que ganaran
adonde irán día a día me pregunto, adonde irán
ya no espero nada de nadie no espero que me entiendas
no mencionare ni un nombre no creo que valga la pena
se que no existen amigos aunque me tengo a mi mismo
se que puedo vivir solo sin caerme en el abismo
es el relato de cualquier historia en cualquier parte
no confíes en nadie puede fallarte
esto son solo consejos que este pequeñajo puede darte
pero a partir de ahí dejo en tus manos lo de fiarte
porque el tiempo va cambiando pero la gente también
porque el tiempo va pasando y nunca se va a detener
porque quedan muchas cosas todavía que aprender
porque queda un camino en la vida que debo escoger
Son cosas de la vida son cosas de tu historia
cosas del día a día hay penas pero también glorias
días en los que vuelas días que te caes en fosas
en el jardín plantado hay mala hierba y también rosas
Porque son cosas de la vida son cosas de tu historia
cosas del día a día hay penas pero también glorias
días en los que vuelas días que te caes en fosas
en el jardín plantado hay mala hierba y también rosas
Y es que son cosas de la vida, capítulos de mi historia
aquel cuento de hadas se convirtió en mas pena que gloria
en escoria derramada, llanto sobre una almohada
porque desgracia me aclama y me acompaña hasta la cama
paranoias, rayadas y una amarga soledad
me dejo la dama la cual amaba de verdad
cada mañana bajo sabanas lloro pensando en ti
esa noche que discutimos fue la ultima vez que te vi
y me pregunto el porque de cada beso que me dabas
porque en ti confiaba y el porque era la respuesta que faltaba
porque la suerte jamás me acompaña
no me extraña que no crea ni una pizca en la esperanza
laberinto sin salida te busco y no te encuentro
en el único lugar que estas es en mis pensamientos
bien adentro exactamente donde están mis sentimientos
los lamentos desde entonces mi corazón late lento
tras meses a veces sigo pensando cuando era tu niño
aquellos besos por el cuello lentamente con cariño
que me dabas me llenaban de esperanza y de ilusión
sigo recordando el día que murió mi corazón
recuerdo que mi vida por ti hubiera dado
dudo que exista alguien que te ame como te he amado
nunca te falto de nada porque todo te lo di
quiero dormirme y despertar saber que jamás te perdí
y aunque me cuesta aceptarlo sigues en mi pensamiento
intento olvidarte pero es que no se si quiero
todos sabemos que el orgullo no llega a ninguna parte
todo es oscuro desde el día en que me dejaste
la suerte me dio la espalda y se perdió la esperanza
el tiempo olvida y no perdona
no espera la aguja avanza
yo perdono y nunca olvido
me siento solo y vacío
jamas me arrepentí del tiempo que juntos vivimos
Son cosas de la vida son cosas de tu historia
cosas del día a día hay penas pero también glorias
días en los que vuelas días que te caes en fosas
en el jardín plantado hay mala hierba y también rosas
Porque son cosas de la vida son cosas de tu historia
cosas del día a día hay penas pero también glorias
días en los que vuelas días que te caes en fosas
en el jardín plantado hay mala hierba y también rosas
Que la vida es un mierda y además no corroboramos
no hacemos nada al respecto y de brazos nos cruzamos
fácil esconderse quejarse y ahogar penas en botellas
sin pensar ningún momento que consecuencias conlleva
engáñate vive empeñado en decir que la vida es bella
pasan horas días meses y años y aun confías en ella
antaño ya paso, vívelo o perderás el mañana
esta es la historia de alguien que ya no confía en nada
aprecia lo que tienes antes de que se te escape
porque muchos se arrepienten y ya es demasiado tarde
y derraman lagrimas solos en un roto silencio
el tiempo avanza lento dentro de su cuerpo muerto
vive cada momento como si fuese tu ultimo
respiro del aire contaminado en el crepúsculo
el versículo final, final del ultimo capitulo
como llamar a este episodio que no tiene titulo
Nunca pude contra mi imaginación. Por las noches Alejandro venía a mi cabeza y vivíamos vidas diferentes entre sueños. Por la mañana la realidad era casi irreconocible, indefinible; siempre me cuesta varios minutos entender que todo fue un sueño, que la realidad (el aquí y ahora) es completamente diferente. Decenas de veces me desperté buscando al lado mío a un Alejandro con quien compartía cama en mis sueños. Sí, debo admitir que mi imaginación es más que muy poderosa. Ahí lo tienen, esa es una frase suya “más que muy”. Eso lo dice todo el tiempo; soy una fotocopia malhecha del hombre que pienso es ideal. Si yo pudiera vivir en el mundo que he creado en mi cabeza, sería reina y dueña de todos. Porque en mi imaginación Alejandro me ama, me conserva como a un tesoro: no quiere perderme. En mis sueños me cuida, me hace el amor con ternura, me acaricia hasta que me duermo. En mis sueños. Allí soy hermosa e inteligente, nadie puede ganarme; no hay límites ni barreras: todo lo puedo. Omnipotente, en mis sueños lo soy.Y cuando algún sueño se asemeja muy acabadamente a la realidad pienso que debo llevarlo a cabo. Como lo que sucedió aquella tarde oscura de septiembre. Había soñado un reencuentro: Alejandro estaba tomando clases en la facultad de la calle 9 de julio y yo llegaba de improviso. Él tomaba el turno tarde donde hay menos alumnos que a la mañana así que no fue difícil dar con él. Estaba sentado prolijamente, con sus anteojos mirando atentamente al pizarrón mientras un profesor explicaba no sé qué fórmula matemática. Golpeé el vidrio de la ventana: me miró sorprendido. Dudó… y luego una sonrisa. Le leí los labios: “esperame”. Así que me senté en una silla en el pasillo y lo esperé hasta que terminó la clase. Me agradeció la visita inesperada y a continuación cenamos y dormimos juntos. Un reencuentro más que maravilloso. Muy bien, esa es mi imaginación. A continuación lo que sucedió realmente, en un mundo donde no hay coincidencias y las circunstancias no ayudan… pero donde te podes llevar muchas sorpresas, algunas de ellas bastante gratas. Estaba decidida a que mi sueño se convirtiera en vivencia (porque así lo sentí, porque fue más vívido que la vida). Después de clases, me hospedé en la casa de Pilar donde siempre era (y sigo siendo) bienvenida. Pilar es una de las personas más buenas que conocí en mi vida. No solamente es buena amiga sino que también es buena cómplice, es excelente escuchando, guardando secretos, es divertida; esto todo lo que me gustaría que la gente piense que yo soy. Es un verdadero pilar. Una vez en su casa, le conté acerca de mi sueño y me dijo que estaba dispuesta a acompañarme, que incluso podía llegar a ser divertido. Las clases de Alejandro terminaban a las diez, así que nueve y media tomamos un taxi y nos dirigimos a la esquina más emblemática de mi vida: 9 de julio e independencia. Una vez en frente del enorme edificio (que aquel día era más gigante que nunca) me atemoricé y quise echarme atrás. Pilar me dijo que no había problemas, que para entrar teníamos que decir que éramos alumnas del turno tarde; que iban a dejarnos pasar. Con el corazón latiéndome exageradamente entré en aquella universidad que en nada se parecía a la mía. Un espíritu santísimo quiso que Pilar estuviera aquella noche conmigo, porque yo me hubiera perdido sin pensarlo dos veces en medio segundo. Tengo buen sentido de la orientación, pero era demasiada la carga que sentía: mi vida tenía que superar el éxtasis de mi sueño (era una meta casi imposible). Pregunté a un alumno que vagaba por los pasillos dónde quedaba el aula donde se cursaba segundo año de la carrera de contaduría. El alumno sonrió con malicia unos segundos antes de decirme: “no es que cada piso tiene su carrera. En cada una de las aulas se dicta una materia diferente.. ¿qué materia estás buscando?”. Bingo. De ninguna manera podía saber qué materia estaba cursando Alejandro ese día a esa hora. Me quería dar por rendida pero Pilar me entusiasmó y aconsejó que lo llamase por teléfono. Nos dirigimos al baño donde no había mucho ruido para poder llamarlo a su celular. Apagado, el celular estaba apagado, era la muerte de aquella tonta esperanza de superar mis sueños con un poco de realidad. “seguramente lo tiene apagado porque está en clases; llamalo a las diez que seguramente lo prende antes de irse”. ¡Buena idea, Pilar! A continuación caminamos un poco más mientras yo me fijaba por las ventanas, aula por aula, si reconocía su rostro cansado y estudioso. Por supuesto, no lo encontré. Estábamos ya cansadísimas cuando Pilar sugirió que fuésemos a tomar un café o una gaseosa hasta que se hicieran las diez de la noche, hora en que nos encontraríamos probablemente con el celular de Alejandro prendido. Bárbaro, íbamos a tomar algo pero ¿a dónde? “Ahí hay un chico sentado, preguntale dónde hay un bar”- me dijo Pilar. ¡Ni loca! Pensé que quizás era compañero de Alejandro y por nada del mundo quería hacer el ridículo aquella noche (es decir, más ridícula no podía ser, pero en fin…). Finalmente, Pilar tomó coraje.- Disculpame, no sabés dónde hay un lugar para tomar algo?- este es el tercer piso, en el sexto hay un bar donde se come bastante bien
A continuación le agradecí al muchacho que nos había ayudado. Pronto noté que no tenía cuadernos ni lapiceras en sus manos, entonces me atreví a hacer algunas preguntas:
-¿Vos estudias acá?
- Sí… bah… “estudio”
- ¿Qué carrera?
- Comercialización. ¿Vos qué estudias?
- Periodismo, pero en otra universidad.
- ¿Y qué hacés acá?
- Buscando a mi…- …
- No sé, a mi probable futuro o ex novio.
- Bueno, podés ir al bar o sentarte acá al lado mío y contarme.
Mi estado de desesperación era lo suficientemente obvio como para que un estudiante de 23 años de comercialización se diera cuenta. Con la mirada le pregunté a Pilar qué quería hacer y me contestó de la misma manera que estaba bien quedarse con aquel muchacho. Se llamaba Tomás y tenía 23 años. Era muy bonito, con rasgos suaves, de pelo morocho, ojos algo verdosos y piel blanca. Su voz tenía el color de la confianza, que me hacía abrir la boca y escupir mis miserias. Me contó que estaba fuera del aula porque se había aburrido. Me pareció muy divertido pero ya eran las diez de la noche y mi plan estaba zozobrando. Me disculpé con Tomás y me deseó suerte con Alejandro (ya le había contado prácticamente toda la historia mientras Pilar papaba moscas y él me escuchaba con atención). Me preguntó si podía tener mi teléfono o mi dirección de correo electrónico. Tomás me había caído muy bien así que le dije que anotara mi correo electrónico en su teléfono. Cuando me mostró su celular, que era el mismo que tenía Alejandro, de repente se me hizo tarde. Le dije mi correo electrónico mientras caminaba yéndome al baño nuevamente para llamar a Alejandro desde allí. Me agradeció y me dijo que iba a escribirme. Nunca pensé que lo fuera a hacer… y tampoco me importaba demasiado ¡¡Alejandro se estaba escapando de mis planes!! Entré en el baño, las piernas me temblaban, también las manos. Marqué su número, Pilar me apoyó con una palmadita. Iba a ser el mejor reencuentro del mundo, el mejor de mi historia y de la suya. Es decir, el plan original (encontrármelo de improviso) había fracasado pero aún quedaba el que pensaba ejecutar a continuación. Lo llamé y todavía conservaba el teléfono apagado. Quería desaparecer de aquella universidad; empecé a plantearme hipótesis que no había tenido en cuenta hasta ese momento: ¿y si Alejandro no había asistido a clases? ¿y si hubiera dejado la facultad ahora que vivía en monte grande y ya no la tenía a cinco minutos de su casa? ¡¿Cómo no lo había pensado antes?! Me envolvió un estado de nervios capciosos del que Pilar no logró sacarme con éxito. Me instó a que lo llamase una vez más y sino, me dijo, nos iríamos a su casa a hacer como si nada hubiera pasado.Junté lo poco que me quedaba de coraje (eso sí tenía, de lo que no tenía ni medio gramo era orgullo) y marqué nuevamente su número. ¡Tono de llamada! Atendió.
-Hola Ale
-Cielo?
- sí, cómo estás?
- bien-dónde estás?
- saliendo de la facultad-
ah! Yo estoy en la facultad
- ah
- en tu facultad!
- qué hacés ahí? Me hubieras llamado antes y te saludaba…
- vine a buscar unos papeles para el hermano de pilar.. ¿qué? ¿dónde estás ahora?
- en el estacionamiento, buscando el auto.
- ahh… no querés que vayamos a tomar algo?
- no estás con Pilar?
- sí… qué tiene?
- ok, te paso a buscar en tres minutos. Esperame en la puerta de la facultad.
¡Muy bien! Estaba saliendo bien. Es cierto, Alejandro no se mostraba muy entusiasmado por la increíble (muy in-creíble) casualidad de haber estado los dos juntos al mismo tiempo (y “sin saberlo”) en la universidad. No se mostraba ni entusiasmado, ni contento, ni nada. Lo suyo era el arte del mármol: tendría que haber sido escultor. Frío y silencioso esperaba dentro de su auto: un Golf gris. Pilar quiso irse a su casa, pero necesitaba su presencia, pilar era mi sostén, valga la redundancia. Entramos las dos en el auto de Alejandro: yo me senté a su lado, en el asiento de acompañante. Saludamos simpáticamente y Alejandro dijo algo como “por fin conozco a la famosa Pilar” y es que la quiero tanto que paso horas hablando de ella. Llegamos a un bar del barrio San Telmo y nos sentamos en una pequeña mesa. Comencé a sentirme discriminada, era un bombardeo de incómodos sentimientos: Alejandro y Pilar hablaban de fútbol (siendo Pilar gran admiradora de los deportes). Estaban contentos y yo no podía seguirles el hilo: no me gusta el fútbol, no entiendo nada de fútbol… ¡hablemos de películas! ¡Hablemos de libros! ¡Hablemos del periodismo intransigente de los años cincuenta antes de Cristo, pero no hablemos de fútbol! Había llegado el mozo, tuvieron que interrumpir la charla. No importó, seguí sintiéndome discriminada. Alejandro y Pilar pidieron una cerveza cada uno y yo una gaseosa light… ¡no tomo alcohol! ¿Qué voy a hacer? ¿Emborracharme sin ningún sentido? No, gaseosa light. Mientras mi mejor amiga y el amor de mi vida hablaban entretenidamente acerca de las propiedades de la cerveza negra, de la cual era devoto Alejandro, yo me di cuenta de que aquello no se asemejaba en nada con mi sueño. Estaba fracasando, tenía que hacer algo: por lo menos verificar si estaba preocupado por mi comportamiento bulímico. Llegó la moza y trajo las cervezas, Alejandro dijo que tenía hambre, Pilar asintió. Yo no dije nada. Me preguntó entonces: ¿vos querés pizza? Dije que no (es decir: ¡¡¡sí!!! ¡me estoy muriendo de hambre pero me voy a morir flaca como un escuerzo porque no te interesa nada de mí!). Comieron, charlando y tomaron cerveza como si yo no existiera. Alejandro se levantó para ir al baño y me quedé sola con Pilar.
- Cie ¿querés que me vaya?
- No, ¿por qué?
- Para que puedan hablar solos, estamos hablando todo nosotros
- No, ni te preocupes. Si querés irte, andá y después nos encontramos en tu casa
- ¿No te vas a ir con él?
- ¡No! Me voy con vos, quedate.
Sí quería que Pilar se fuera, pero me sentía tan devastada que sabía que no iba a poder sobrellevar esa noche en soledad, le rogué que se quedara y lo hizo. Pilar, ¡cómo te quiero!Cuando volvió Alejandro, fue el turno de Pilar de ir al baño. Nos quedamos solos.
- ¿Cómo estás vos?
- Bien, ¿por qué?
- Sabés a qué me refiero… ¿cómo estás de tu problemita mental?
- No es un problemita mental. Es una elección.
- ¿Elegís morirte de hambre?
- No, elijo vomitar lo que no me hace bien
- No te voy a persuadir, sos lo suficientemente grande para saber lo que está bien y lo que está mal. Hacé lo que quieras.
- Por supuesto.
- Hacé lo que quieras, como siempre.- Claro.
Antes de terminar aquel “claro”, Pilar ya estaba sentada a la mesa con nosotros nuevamente. Misión inconclusa: en mi sueño Alejandro me decía “estás mucho más delgada”. En la realidad no me había dicho absolutamente nada (y el jean me quedaba dos talles más grande). Obviamente, no estaba lo suficientemente flaca. Sonó su teléfono, atendió y mantuvo una conversación bastante imprudente al lado mío: obviamente hablaba con Romina, su concubina, donde le explicaba que estaba demorado y que no iba a ir a comer. Le dijo que estaba conmigo. ¡Le dijo que estaba conmigo!“Es mi esposa, me pregunta por qué no voy a comer”- le explicó a Pilar (que sabía toda la historia de antemano por haberla escuchado de mí más de mil veces). Ella fingió desconocimiento total y allí comenzó el holocausto en mis venas: Alejandro hablaba de Ulises. Contaba que lo iba a buscar al jardín de infantes y que el bebé pensaba que él era su padre.“No sabés lo que dulce que es… y lo que me cuesta explicarle que no soy su padre. Pero claro, es lógico, el pendejo no debe entender absolutamente nada”- dijo. “Y no… no es normal lo que estás haciendo”- pensé yo. Y lo pensé en voz alta porque Alejandro me fulminó con la mirada. Decidí que no podía arruinar más aquella velada así que me levanté, lo saludé cordialmente y con Pilar tomamos un taxi. “Cuidate de tu problemita mental”- fue lo último que me dijo y en mí un eco de odio se repitió hasta que pude dormirme aquella noche. En el taxi camino a la casa de Pilar en Caballito, lloré desconsoladamente. Quería llegar, quería dormir, necesitaba morirme o dormir para siempre. Pilar estaba desconsolada y no sabía qué hacer, me decía que Alejandro le había parecido simpático pero que no demostraba mucho interés en mí (obviamente Pilar no sabía absolutamente nada de mi período de bulimia). Nos paró la policía, es decir, la policía paró el taxi. Yo no podía contener mis lágrimas y la noche no podía terminar peor. El policía obligó al taxista a bajar del auto y me pidió lo mismo a continuación. Me preguntó si me había hecho algo y le dije que no mientras me enjugaba las lágrimas de odio y humillación.“Problemita mental” repetía todo dentro de mí y me obligaba a seguir llorando. Pilar le explicó al policía, que no me creía, que estaba llorando porque había reprobado un examen en la universidad. El taxista dijo que nos habíamos subido en 9 de julio e independencia y que yo ya estaba llorando en aquel entonces. Por primera vez deseé que mis lágrimas se trataran de eso: de un examen mal dado, aunque era imposible que aquello sucediera. El policía nos pidió los documentos y después de anotar no sé qué cosa en su cuaderno, seguimos viaje. “No sé por qué lloras –dijo el taxista- pero no vale la pena. Solo la muerte es irreparable”.
Lo que el taxista no sabía era que mi muerte estaba más cerca de lo que podría haber imaginado cualquiera. Más cerca de lo que podría haber deseado jamás.
sábado, 28 de marzo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario